Educadores
El objetivo principal y la razón de ser de la educación de la Compañía de Jesús es el crecimiento global de la persona, que lleva a la opción y el compromiso con los valores. Así, para la Compañía de Jesús educar es, además de transmitir conocimientos, posibilitar una experiencia personal, creando actitudes que generen acciones. Éste es el objetivo en el que se centran nuestros educadores.
Tal objetivo requiere una total y profunda formación de la persona humana, un proceso educativo que intenta la excelencia; un esfuerzo de superación para desarrollar las propias potencialidades, que integra lo intelectual y lo académico, lo espiritual y relacional, lo artístico y psicomotriz, y todo lo que enriquece a la persona. Trata de lograr una excelencia humana cuyo modelo es el Cristo del Evangelio, una excelencia que refleje el misterio y la realidad de la encarnación, y que tenga en cuenta la dignidad de todas las gentes y la santidad de toda la creación.
La educación jesuita, si realmente obtiene su objetivo, debe conducir una transformación radical, no sólo de la forma de pensar y actuar ordinariamente, sino de la misma forma de entender la vida, como hombres y mujeres competentes, conscientes, compasivos y comprometidos, que buscan el ‘mayor bien’ en la realización del compromiso de la fe y la justicia, para mejorar la calidad de vida de los hombres, especialmente de los pobres de Dios, los oprimidos y abandonados.
La espiritualidad ignaciana nos plantea un horizonte como educadores. Estos son los cuatro apartados en los que agrupamos los rasgos de las personas de talante ignaciano en camino (tomado de “La persona en el camino de Ignacio”):
- Personalidad:
- personas que desde el conocimiento y aceptación personal, se sienten en diálogo con los demás y con la realidad.
- Personas con coherencia personal y de acuerdo con los valores que defienden, capaz de dialogar y escuchar a los otros, desde la flexibilidad, sensibilidad y humildad.
- Nuestros educadores desean actualizarse para poder afrontar los retos que surgen en nuestra misión.
- Con energía, ilusión y fortaleza interior, desde un sano inconformismo, conjuga la libertad con la responsabilidad.
- Solidaridad: personas para los demás
- Actitud de respeto hacia la realidad y especialmente con las personas
- Sensibilidad social reflexiva y crítica: hace una lectura crítica de la realidad social y vibra con las causas justas
- Implicación con la realidad, con los excluidos, con las injusticas humanas.
- Diálogo con el mundo
- Sentido de pertenencia: personas con los demás
- Las personas van más allá de sí mismos y de sus propios intereses, preocupándose por el bienestar de las demás personas.
- Es capaz de crear entornos de afecto, lealtad, apoyo mutuo.
- Asumimos nuestros compromisos institucionales
- Trabajamos equipo con actitud de escucha, disfrutamos con los logros comunes y ajenos.
- Nos identificamos con la misión concreta de la Compañía: Fe-Justicia en nuestra cultura y en diálogo con otros.
- Vivencia espiritual que nos convoca a ser personas agradecidas
- Personas abiertas a la trascendencia de la vida, con sensibilidad religiosa, experiencia de oración y en búsqueda.
- Desde la madurez espiritual y religiosa, una persona capaz de discernir y de apreciar la dignidad de cada persona.